La carta fue publicada por el diario un día después. Pronto
recibió respuesta en su correo electrónico que aparecía en la carta. El fiscal
adjunto del caso, Ángel Flores lo invitaba a compartir opiniones sobre el caso,
ya que creía que era el detective. Sherlock lo solucionó y finalmente quedaron
para verse.
Cuando su amigo Watson se enteró no le pareció buena idea.
Creía que estaba demasiado confiado en sus facultades. Le recordó Norbury.
Fue a la cita y aunque casi se arrepiente del miedo que
tenía, finalmente se presentó. Lo avisó por su teléfono móvil.
Finalmente quedaron en un bar. El Fiscal se sorprendió al
comprobar lo joven que era Sherlock. Departieron sobre todas las pesquisas.
Finalmente lo dejaron ambos muy impresionados. La investigación seguía.
El fiscal propuso a acompañarle pero finalmente fue Sherlock
quien le acompañó a él. El lugar era la escena del crimen de los Bernárdez.
Francisco había cometido un error garrafal. Había confundido
al fiscal con el jugador de rugby asesino. En la casa este le puso unas
esposas, lo apunto con una pistola. Confesó su crimen. Sherlock empezó a tener
miedo. El asesino lo iba a matar con gas de la cocina.
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